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“Esencia”, Lorena Morande en la Corporación Cultural de Recoleta




Una obra en tres actos es el trabajo que Lorena Morande
presenta en la Corporación Cultural de Recoleta:

El primero expone el problema. Un conjunto de cuerpos femeninos marcados con la huella de la maternidad, yuxtapuestos, apretados; en el espacio pictórico que nos puede permitir, no una tela, sino una sábana testigo de los hechos. En ella se entrelazan senos y vientres y regiones púbicas, con ausencia de los miembros hábiles, formando una suerte de cavernas que amenazan con el derrumbe y cuando comparece una mano, lo hace como acusadora tratando de quitar el mandil que cuelga donde antes hubo un terso vientre. Los pezones cual ojos apuntan y miran acusadoramente a la zona vaginal como un índex que incrimina la razón de la caída y la perdida de la turgencia de otrora.

Segundo acto, levantar amarrar coser esas carnes flácidas. Lorena dejando la representación gráfica, toma hilo y aguja y acomete la tela pasando de la representación a la acción misma cosiendo amarrando esas carnes que han cedido, que han perdido su capacidad natural de sustentación, en un afán casi desesperado por detener el tiempo pero sin efecto alguno, las carnes cuelgan a pesar de las amarras.


Tercer acto y último, la Inversión cromática o el otro punto de vista. Aparecen sabanas donde el negro que campea en la exposición, se mescla con el rojo y donde el blanco que ha sido permanente fondo se transforma en línea. Línea de costura que compone un cuerpo perfecto, pero no el virginal, natural; sino a guisa de sastre , como una prenda de ropa amoldada sobre el cuerpo mediante cortes costuras y refuerzos, que terminan indicando con flecha punteada una cabeza masculina. No queda claro si la obra alude al cirujano que cual maestro de costura rearma y levanta ese cuerpo caído con maestría y eficiencia a costa de suturas, o es la puesta en escena de la exigencia de un mundo regido por la idea de la juventud eterna que obliga a la mujer a mantenerse joven , a no envejecer, ha desoír la condición humana y por ende mortal, a embarcarse en un sueño ficticio del cual tarde o temprano tendrá que despertar.

Arturo Hevia